miércoles, 1 de octubre de 2008

Lavandera










En esta entrada me gustaría poner un ejemplo sobre cómo una idea puede desarrollarse de manera paralela a su postura correspondiente pudiendo incluso llegar a determinarla.

Revisando fotografías antiguas y ejemplos de lavaderos tradicionales, he comprobado que la postura más corriente para lavar la ropa hasta aproximadamente mediados del siglo XX fue de rodillas. A partir de ese momento se generalizó una postura erguida para realizar esta tarea (como la de la preciosa pintura de José A. Torres Martino). Así lo atestiguan los documentos gráficos pero también la propia configuración interna de los lavaderos de los que los más antiguos siempre tienen la pila inclinada cerca del suelo mientras que solo a partir de 1940-1950 se construyen lavaderos con la pila a media altura.

En aquellos años, el desarrollismo está en auge y uno de sus máximos exponentes es el trabajo (erguido) en las cadenas de las fábricas. También pudo influir que quienes diseñaron y construyeron esos lavaderos, con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de las mujeres, fueron siempre hombres. De hecho, en la actualidad esa idea que asimila postura erguida con mejora de calidad postural ha pasado a formar parte de la mentalidad de las mujeres y, así, una investigadora (Giménez Aísa) escribía recientemente refiriéndose a cierto lavadero tradicional de Cinco Villas que "obligaba a las mujeres a lavar de rodillas". No conozco con detalle las ventajas o inconvenientes anatómicos de ambas posturas pero en principio yo diría que, si se fuerza la zona cervical, sufrirá mucho más la lumbar en la postura erguida que en la de rodillas, ya que cuenta con una base de apoyo más amplia.

Este alejamiento postural del suelo, en tareas desempeñadas por mujeres, podría relacionarse con otros como el que se produjo al cambiar los hogares de fuego bajo por las cocinas situadas a media altura ,o como el famosísimo de fregar el suelo de rodillas a hacerlo de pie mediante una fregona.Simbólicamente, las posturas más cercanas al suelo podrían relacionarse con anomalías o situaciones excepcionales como caídas o enfermedades. Además, según demuestra el proceso de hominización, la "erguicidad" es una nota destacada del ser humano entre sus congéneres. Sin embargo, si tomamos suelo por tierra y tierra por origen, o si siguiendo la tradición mediterránea asimilamos lo bajo a lo instintivo o irracional, podemos concluir que trasformar una postura cercana al suelo en otra erguida puede conllevar alejamiento del centro vital, tomar distancia de nuestra identidad más profunda.

1 comentario:

cantarita dijo...

Yo solo he lavadado una o dos veces en lavadero y siempe de pie. Me gustaría probar de rodillas por aquellos de unida a la tierra, aunque tengo que dar un olé por las lavadoras eh?? gracias por compartir estas cosicas, me gustas un montón.