domingo, 30 de noviembre de 2008

Cheposo

En el último disco del músico tradicional aragonés Ángel Vergara hay una divertida canción en la que se enumeran algunos de los motes que en Aragón (y supongo que otros países ocurre lo mismo) los vecinos de un pueblo les ponen a los de los pueblos vecinos. En ellos se suele aprovechar una característica geográfica, o una conocida anécdota o leyenda popular, para denominar de manera chistosa a los del pueblo de al lado. Pues bien, a uno de estos motes quería dedicar esta entrada, precisamente al que recibimos los zaragozanos, ya que es el único que conozco que tiene como punto de partida una postura corporal.

“Cheposos” nos llaman a los habitantes de Zaragoza por culpa del cierzo, un viento fuerte y frío que si no recuerdo mal sopla en esta ciudad algo más de la mitad de los días del año obligándonos tantas veces a caminar inclinados hacia delante.

Cheposos de nacimiento o de adopción le han dado vueltas y vueltas al cierzo como Antón Castro cuando hablando de él en su blog dice que “obliga a alzar las solapas y a guarecerte en tu propio abrigo” o como el joven David Vela cuando titula con él una de sus ilustraciones.
Otro cheposo, aunque a su pesar y no de nacimiento, es el autor de la siguiente pintura. La baja resolución del fragmento reproducido seguro que no impide a casi nadie reconocer el óleo titulado “El invierno” pintado por Francisco de Goya proponiendo para esta estación una situación de dureza ejemplificada en el viento que sopla de frente y al que se oponen personas y animales en su camino.

Esto último me parece lo más interesante de todo. Tal vez no sea casualidad que en las cuatro imágenes en las que se representa esta postura, que podría definirse como “erguida y con la parte superior del cuerpo inclinada hacia delante”, el viento sople de frente a las personas y, al hacer este esfuerzo de avanzar en contra del viento sea cuando adoptan esta concreta postura.
Vamos pues a pasar al plano simbólico para imaginar que la postura análoga que tomaríamos para vencer una dificultad o, más concretamente, para superar una fuerza que nos impide avanzar podría consistir en renunciar a un campo de visión amplio e inclinarnos hacia el origen de la propia fuerza contraria. Gracias a ello, encontraríamos un equilibrio para mantener la posición erguida en el que es justamente la fuerza que trata de impedirnos avanzar la que nos sujeta para no caer al suelo.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Firmes

La posición de firmes está directamente unida a la carrera militar. Los pies en primera o en paralelo, una perfecta vertical desde los talones a la nuca, los brazos estirados y bien pegados al cuerpo..., todo inspira rigidez, tensión y potencia. Aunque buceando por internet he dado con una detallada descripción de esta postura, atención, en la página web de un centro de educación secundaria mejicano. En este instituto, "con el propósito de rescatar la sobriedad, la seriedad y lo auténtico del ceremonial con que se escolta a nuestro Lábaro Patrio", se recomienda permanecer con "los talones unidos y en la misma línea, las piernas en tensión, el cuerpo erguido, los hombros hacia atrás a igual altura y en una misma línea, los brazos caídos a los costados, las manos naturalmente extendidas con la palma hacia el cuerpo, los dedos unidos tocando con el índice la costura del pantalón, la barba recogida y la mirada al frente".



Otro conjunto de soldados, algo más antiguo, fue moldeado y colocado en una postura similar. Se trata de los guerreros de terracota de Xian, enterrados a finales del siglo III a.C. A pesar de que el gesto de sus manos es diferente, ya que portaban lanzas y otras armas.Sería muy interesante por supuesto indagar con mayor profundidad en la relación entre esta postura y lo militar pero en esta entrada me gustaría incidir en su prolongación en la vida civil y, sobre todo, en la educación.


Aporto primero una imagen bastante propia de boy scout colocado bien firme. Solo a título de repaso me gustaría recordar que el movimiento scout lo funda en 1907 el teniente general británico Baden-Powell a partir del adiestramiento de chicos voluntarios en labores de rastreo, enlace y vigilancia durante la Guerra de los Bóer en Sudáfrica.



En cuanto a la educación formal, fue durante la dictadura de Primo de Rivera cuando se le dio un impulso definitivo a la Educación Física escolar declarando reglamentaria una Cartilla Gimnástica Infantil publicada por la Escuela Central de Gimnasia de Toledo, centro de enseñanza militar que todavía funciona, y escrita por algunos de sus profesores, militares expertos en la materia. Teniendo en cuenta ese precedente, tras el final de la Guerra Civil no tuvo que resultar nada extraña la potenciación del militarismo en las escuelas por parte del Frente de Juventudes, y así se llegó hasta los comienzos de la democracia en los que la postura de firmes fue siendo cada vez más escasa en los recreos y gimnasios escolares. Afortunadamente.